Naciones Unidas ha denunciado este martes que más de 1.200 niños refugiados menores de cinco años han muerto en campamentos situados en el Estado sudanés de Nilo Blanco, en la frontera con Sudán del Sur, desde el estallido en abril de la guerra entre el Ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) a causa de una “mortal combinación” provocada por un brote de sarampión y altas tasas de desnutrición. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han detallado en un comunicado conjunto que durante este periodo se han documentado otros 3.100 casos sospechosos de sarampión, mientras que también hay datos sobre más de 500 casos sospechosos de cólera en otras partes del país africano, que se solapan con otros brotes de dengue y malaria.
“El mundo tiene los medios y el dinero para evitar cada una de estas muertes por sarampión y desnutrición”, ha dicho el jefe de ACNUR, Filippo Grandi, quien ha lamentado que “a pesar de ello, decenas de niños mueren cada día a causa de este devastador conflicto y la falta de atención global”. “Podemos evitar más muertes, pero necesitamos dinero para la respuesta, acceso a las personas en situación de necesidad y, ante todo, el fin de los combates”, ha señalado.
El conflicto ha tenido un grave impacto sobre el sistema sanitario sudanés, incluidos repetidos ataques contra instalaciones médicas, personal y pacientes, tal y como ha recordado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien ha afirmado que “los trabajadores sanitarios locales, con ayuda de la OMS y sus socios, hacen todo lo que pueden en condiciones muy difíciles, pero necesitan desesperadamente el apoyo de la comunidad internacional para evitar más muertes y la propagación de brotes”. “Pedimos a los donantes que sean generosos y a las partes en conflicto que protejan a los trabajadores sanitarios y el acceso a la sanidad a todos aquellos que la necesiten”, ha especificado Tedros.
Asimismo, las agencias humanitarias recogen un aumento de los casos de niños llegados a Renk, en Sudán del Sur, desde Sudán con sarampión o desnutrición, principalmente desde el estado de Nilo Blanco. En Sudán del Sur se han detectado más de 5.770 casos de sarampión, con 142 muertes. Los niños menores de cinco años son los más afectados, dado que suponen cerca del 70% de los casos y el 76% de las víctimas mortales. La mitad de los niños afectados no estaban vacunados contra el sarampión, lo que revela carencias en el programa de inmunización, especialmente entre retornados y refugiados.
Ataques contra los centros de salud
Por su parte, un portavoz del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), James Elder, ha alertado de que miles de recién nacidos sudaneses se encuentran en peligro de morir antes de que termine el año a causa del impacto de la guerra sobre los servicios básicos del país africano. Así, ha manifestado que el organismo “teme que muchos miles de recién nacidos mueran de aquí a finales de año debido al cruel desprecio por la población civil y los incesantes ataques contra los servicios de salud y nutrición”.
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James Elder, ha indicado que en Sudán nacerán unos 333.000 niños y niñas entre octubre y diciembre. “Ellos, ellas y sus madres necesitan una atención calificada del parto. Sin embargo, en un país donde millones de personas están atrapadas en zonas de guerra o desplazadas, y donde hay una grave escasez de suministros médicos, esa atención es cada día menos probable”, subrayó.
Elder ha informado de que “los servicios de nutrición se encuentran también destrozados” y ha especificado que “cada mes, unos 55.000 niños y niñas necesitan tratamiento para la forma más letal de desnutrición”. “Sin embargo, en Jartum menos de uno de cada 50 centros de nutrición está en funcionamiento y en Darfur Occidental es uno de cada diez”, ha detallado. “Las cifras oficiales de víctimas sitúan el número total de niños y niñas muertos en los combates en Sudán en 435. Dada la devastación total de los servicios de salvamento de los que depende la infancia, UNICEF teme que los ciudadanos más jóvenes de Sudán estén entrando en un período de mortalidad sin precedentes”, ha alertado.
Cuanto más dure el conflicto y persistan los bajos niveles de financiación, más devastador será el impacto, según Elder. “Este es el precio de la inacción”, ha dicho, antes de especificar que durante su reciente visita a Sudán se ha reunido con civiles desplazados y “familias que llegan asustadas, hambrientas y habiendo dejado atrás todas sus pertenencias”. En este sentido, ha hecho hincapié en que “las mujeres y las niñas se ven continuamente aterrorizadas durante su huida” y en que “cada vez hay más informaciones de niños y niñas reclutados por grupos armados”. “Sudán es ahora uno de los lugares más peligrosos para los trabajadores humanitarios”, ha lamentado.
El representante de UNICEF ha aclarado que, a pesar de todos estos riesgos, el organismo y sus socios están dando ayuda a los niños en el país africano, incluida la entrega de suministros sanitarios a 5,1 millones de personas, agua potable a 2,8 millones de niños y sus familias, test de desnutrición a 2,9 millones de niños, ayudas económicas a 300.000 madres y hogares, y apoyo psicosocial, educación y servicios de protección a más de 282.000 niños y sus cuidadores. “Necesitamos fondos. A partir de este mes, el llamamiento de UNICEF de 838 millones de dólares (cerca de 784 millones de euros) para llegar a casi diez millones de niños y niñas tiene menos de una cuarta parte financiada. Semejante déficit de financiación significará la pérdida de vidas”, ha destacado.
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