”iPhone“ es una de las búsquedas que genera a Google más ingresos por publicidad. Ese dato confidencial que la empresa intentó sin éxito mantener en secreto ilustra la relación de amor-odio entre Apple y Google en torno a la que ha girado el juicio contra el buscador por presunto abuso de su posición dominante. Las 10 semanas de testimonios en el juzgado federal número 10 de Washington han arrojado luz sobre lo que ha sido una relación tóxica, no para Apple y Google, sino para el mercado y la competencia, según el Departamento de Justicia.
Más de medio centenar de testigos han desfilado a lo largo de más de dos meses por la sala del juzgado federal número 10 de Washington. Entre ellos han estado Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft, y Sundar Pichai, el jefe de Google, expertos, catedráticos y directivos del buscador y de otras empresas tecnológicas. Las comparecencias se cerraron el jueves, pero la resolución del caso de competencia más importante en dos décadas aún tardará meses. El juez Amit Mehta, nombrado en 2014 por Barack Obama, ha pedido a las partes que remitan sus informes de conclusiones en los próximos meses y las ha emplazado a comparecer a principios del año próximo para los alegatos finales.
“Puedo decirles hoy aquí sentado que no tengo ni idea de lo que voy a hacer”, dijo Mehta el jueves al cerrar la fase de testimonios. Si el juez concluye que Google ha abusado de su posición dominante en el mercado estadounidense de las búsquedas por internet, donde acapara una cuota de mercado del 90%, aún deberían discutirse en un nuevo procedimiento los remedios más apropiados a adoptar. La paradoja es que un fallo que impidiese a Google renovar sus acuerdos con Apple podría perjudicar más a esta última que al propio buscador.
La tesis de Google es que su éxito se debe a que su tecnología es superior, a que ha desarrollado nuevos servicios y herramientas, desde su navegador Chrome a su sistema operativo para móviles Android, que han permitido aumentar la cantidad y calidad de las búsquedas. La tesis del Departamento de Justicia es que el buscador ha llegado a acuerdos desde su posición de dominio que han cerrado el paso a la competencia. Las dos tesis son hasta cierto punto compatibles.
Las transcripciones de las declaraciones de los testigos ocupan miles de folios. A eso se suman centenares de anexos y documentos que se han ido proyectando en la vista oral, incluidos informes internos y comunicaciones privadas entre directivos de la empresa acusada. Parte de ellos se han mantenido confidenciales, pero otros han desvelado secretos de Google.
Un documento fechado el 12 de octubre de 2018 ordena las 20 búsquedas más rentables, las que generaron más ingresos en Estados Unidos, la semana del 22 de septiembre de 2018. “iphone 8″ y “iphone 8 plus” son las dos primeras; “iphone” a secas también aparece en el listado. El nuevo modelo del teléfono de Apple acababa de salir al mercado y los distribuidores pagaban por situarse en el buscador para vender los smartphones o accesorios. Seguros de coche, vuelos baratos y servicios de televisión de pago dominan el resto del listado.
Ese listado es más bien anecdótico. El foco de la demanda presentada por el Departamento de Justicia desde el principio estuvo puesto en los acuerdos por los que Google ha pagado decenas de miles de millones de dólares para ser el buscador por defecto de navegadores y teléfonos móviles. El Departamento de Justicia ganó la batalla para que esa cifra, aun sin desglosar, se hiciera pública. Solo en 2021, Google pagó 26.344 millones de dólares (unos 24.100 millones de euros al tipo de cambio actual) para ser el buscador por defecto como costes de adquisición de tráfico. La cifra figura en una diapositiva interna de la compañía cuyo secreto se levantó solo parcialmente. El principal beneficiario de esos pagos es Apple.
El Departamento de Justicia ha llevado a expertos y a rivales de Google para que argumentasen cómo esos acuerdos perjudicaban a la competencia. Pero quizá el momento clave del juicio se produjo al testificar el propio consejero delegado de Google, Sundar Pichai, citado por la defensa. En la primera parte de su declaración, a preguntas del abogado de Google, contó su historia personal de éxito hasta llegar a la cima de Google y defendió de modo convincente las aportaciones tecnológicas de Google. Luego, llegó la fiscal Meagan Bellshaw.
La letrada del Departamento de Justicia utilizó los documentos de la propia empresa para acorralar a Pichai. Lo hizo con suavidad, pero con firmeza, conquistando terreno con preguntas sencillas, con las que conseguía que el jefe de Google fuese admitiendo, uno por uno, los puntos clave que apuntalaban su demanda. (Lea aquí la transcripción íntegra de la declaración en inglés).
“¿Usted no autorizaría contratos para pagar miles de millones de dólares cada año por ser el buscador por defecto si no fuera bueno para Google, verdad?”, preguntaba Bellshaw. “Correcto”, respondía Pichai. Una vez que hubo sentado las premisas, atacó con una carta que Google envió a Microsoft cuando la compañía fundada por Bill Gates iba a usar por defecto en su nueva versión de Internet Explorer su propio buscador. Bellshaw fue subrayando fragmentos de esa carta que eran como dagas en la estrategia de defensa de Google. El buscador decía a Microsoft que los usuarios no cambian la configuración por defecto y que la decisión de Microsoft podría dañar a la competencia. Y la fiscal iba dejando que Pichai fuese ratificando todo.
“Y como los usuarios no cambian los valores predeterminados, ¿a Google le preocupaba profundamente que las acciones de Microsoft pudieran dañar el proceso competitivo?”, preguntaba. “Sí, eso es lo que el señor Drummond [responsable legal de Google] está articulando aquí”, admitía Pichai. En algún momento, el jefe de Google decía que dependía del contexto y de las condiciones, para admitir que “hay situaciones en las que las configuraciones por defecto son muy valiosas”. Pero la fiscal no le dejaba tampoco esa escapatoria. “Y las configuraciones por defecto son muy valiosas para la competencia en las búsquedas, ¿verdad?”. “Sí”, volvía admitir Pichai.
La letrada trataba de argumentar que Google quería con sus acuerdos evitar que Apple se convirtiera en un competidor. Exhibió un mensaje de Sundar Pichai en el que pedía que le informasen mensualmente de posibles empleados de los servicios de búsqueda que se pasasen a la competencia. Y añadía: “Si alguien de búsquedas [se va] a Apple, por favor envíeme un correo electrónico directamente en cada caso individual”. “¿No recibe un aviso cuando cada uno de los 180.000 empleados deja Google, ¿verdad?”, ironizó la fiscal.
Se centró en un informe sobre una reunión de directivos de Google y Apple en la que estaban Pichai y Tim Cook, en la que se hablaba precisamente de esos acuerdos para que Google fuera en exclusiva el buscador por defecto de los iPhone, iPad y Mac de Apple a través de su navegador Safari. “¿Quién es Tim Cook, solo para que conste?”, preguntó la fiscal. “He oído hablar de él”, bromeó Pichai. “El señor Tim Cook es el consejero delegado de Apple”.
En el resumen de aquella reunión, de diciembre de 2018, uno de los puntos era: “Nuestra visión es que trabajemos como si fuéramos una sola empresa”. Bellshaw disparó: “¿Se lo dijo usted al señor Cook o se lo dijo el señor Cook a usted?”. “No recuerdo haber dicho esa frase”, contestó Pichai, argumentando que a lo que se refería ese punto era a trabajar juntos para mejorar la experiencia de sus usuarios conjuntos en ese producto.
“¿Y estaba usted de acuerdo con esta visión, la de que Apple y Google trabajan como si fueran una sola empresa?”, insistió. “No”, dijo Pichai. Pero Bellshaw no soltaba la presa: “¿Y no hay nada en las notas que refleje que usted o alguien más en esa reunión estuviera en desacuerdo con esa visión de que Apple y Google trabajen como una sola empresa?”. Pichai vino a decir que con esa expresión se habían venido un poco arriba (”exuberancia irracional”, lo llamó) al salir de la reunión porque llegaban a ella nerviosos y con desconfianza mutua. “Competimos ferozmente en tantos productos que ha habido mucha tensión, momentos de desconfianza entre las dos empresas”, aseguró. “Nosotros fabricamos Android, ellos fabrican iPhones. Competimos todos los días en el mercado en eso y muchos, muchos otros productos”, añadió.
Ese es precisamente parte del argumento del Departamento de Justicia. Compiten en muchos mercados, pero no en las búsquedas. Ahí prefieren mantener un acuerdo de compartición de ingresos con una exclusiva que impide a otros competidores abrirse paso.
El jueves terminó el trasiego de cajas de documentos y de decenas de abogados que ha venido acompañando a cada sesión del juicio. En la última jornada, Michael Whinston, profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts, comparó el caso de Google y su poder de mercado con el de otros monopolios como el de AT&T en las llamadas a larga distancia o el de Microsoft (que en este caso se presenta como víctima) en los sistemas operativos para ordenadores personales. En la planta baja de los juzgados federales de Washington, una modesta exposición permanente recuerda esos dos casos entre otros emblemáticos celebrados allí. Quizá haya que ampliar la exposición dentro de poco.
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