La rebelión de los radicales republicanos y la destitución del presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, han dejado al Congreso sumido en una parálisis que amenaza la acción de Gobierno de Joe Biden. El presidente de Estados Unidos ha comparecido este miércoles en la Casa Blanca y ha lanzado un mensaje de unidad: “Tenemos que cambiar la atmósfera venenosa de Washington. Tenemos fuertes desacuerdos, pero tenemos que dejar de vernos como enemigos, tenemos que hablar entre nosotros, escucharnos unos a otros y trabajar juntos”, ha dicho.
Biden ha ofrecido a los republicanos trabajar de forma bipartidista. Ha recordado que han sido dos acuerdos entre ambos partidos los que han permitido a Estados Unidos evitar el impago de su deuda y el cierre parcial de la Administración, y ha agradecido a McCarthy haber hecho “lo correcto” en ambos casos. Es, por otra parte, lo que le ha costado el puesto. La prórroga presupuestaria, ha insistido el presidente, es temporal, hasta mediados de noviembre, y ha advertido de que hay que llegar a acuerdos para aprobar las leyes presupuestarias y evitar asomarse de nuevo al abismo de un cierre de Gobierno.
Cuando se retiraba de la sala Roosevelt, donde había comparecido, le han preguntado a Biden si tenía algún consejo para la elección del nuevo presidente: “Eso está por encima de mi nivel salarial”, ha bromeado. En su intervención también ha anunciado que dará “pronto” un discurso sobre Ucrania y que hay otras maneras de apoyar a Ucrania si no logra más fondos del Congreso, pero no ha querido entrar en detalles.
Mientras, la batalla por la sucesión de McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes ha comenzado. Aunque todavía no hay favoritos para ocupar el puesto, que puedan aunar los votos de todo el grupo parlamentario republicano; el primero en dar el paso para postularse ha sido el congresista por Ohio Jim Jordan. Jordan es un trumpista declarado, uno de los radicales que han hecho la vida imposible a McCarthy. Es cofundador del Freedom Caucus (Grupo de la Libertad) que engloba a la veintena de miembros del ala más dura del partido en el Congreso, aunque no es uno de los ocho que votó a favor de la histórica destitución del presidente de la Cámara Baja. Tiene pocas posibilidades de recibir el apoyo de los republicanos moderados y ninguna de que le voten los demócratas.
En declaraciones a los periodistas en los pasillos del Capitolio, Jordan ha lanzado un mensaje de unidad ―dentro de su partido, no en referencia a los demócratas― y ha señalado que ha recibido muchos mensajes y llamadas animándole a dar el paso. “Tenemos que unir al grupo. Creo que yo puedo hacerlo y mis colegas que se me han acercado parecen pensar lo mismo”, ha dicho. Uno de los que le apoyan es, precisamente, Matt Gaetz, el impulsor de la moción de censura que se ha llevado por delante a McCarthy. “Mi mentor Jim Jordan sería genial”, ha escrito en X, la red social antes conocida como Twitter.
También ha anunciado su candidatura este mismo miércoles Steve Scalise, actual número dos en la jerarquía republicana en la Cámara, que está siendo tratado con quimioterapia por leucemia, lo que hacía dudar de que se fuese a presentar. “Creo firmemente que este grupo es una familia”, ha escrito en una carta a los congresistas republicanos, recordando cuando recibió un disparo que hizo temer por su vida en 2017. “Dios ya me ha dado otra oportunidad de vivir. Creo que todos fuimos puestos aquí con un propósito. Este próximo capítulo no será fácil, pero sé lo que se necesita para luchar y estoy preparado para las batallas que se avecinan. Humildemente, les pido su apoyo en esta misión para ser su presidente de la Cámara”, ha añadido.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
En todo caso, la batalla por la sucesión no ha hecho más que empezar. Aunque la agitación sigue en el Capitolio, la Cámara de Representantes ha levantado la sesión hasta nuevo aviso, que no se espera que llegue hasta la semana próxima. Mientras, el presidente interino de la Cámara, Patrick McHenry, ha desalojado a Nancy Pelosi, la predecesora de McCarthy, del despacho de cortesía que ocupaba en el Capitolio para instalarse él mismo.
Por su parte, Donald Trump se ha referido de pasada a la crisis del Congreso a su llegada, por tercer día consecutivo, al juicio civil por fraude en un tribunal de Manhattan (Nueva York). Preguntado por los periodistas acerca de la propuesta de algunos legisladores republicanos de que él sustituya a McCarthy, el candidato favorito de las primarias republicanas para las presidenciales de 2024 se ha dejado querer, afirmando que haría “lo mejor para el país y el Partido Republicano”. “Mucha gente me lo ha estado preguntando”, ha dicho Trump. Sin embargo, ha añadido, hay otras “grandes personas” en el partido que podrían encargarse del trabajo. “Mi enfoque total es ser presidente”, ha subrayado.
El magnate ha comparecido de nuevo este miércoles ante el juez Arthur Engoron, un día después de que este le prohibiera tajantemente hacer comentarios públicos sobre los funcionarios de la corte. Durante la vista del martes, Trump arremetió en las redes sociales contra la principal asesora de Engoron llamándola “la novia de Schumer”, en referencia al senador demócrata que lidera su bancada en el Senado.
Como han hecho antes otros colegas, Engoron impuso al acusado una “orden de silencio”, amenazándole con sanciones si no refrena su lengua. Trump colgó una fotografía de la mujer en la que aparece con Schumer, lo que para el expresidente demostraría que el juicio tiene una motivación política. Engoron amonestó a Trump, asegurando que sus señalamientos son “inaceptables, inapropiados y no se tolerarán bajo ninguna circunstancia”. Pero el ánimo de Trump no decae; al contrario, aprovecha el enjambre de cámaras que atrae cada una de sus comparecencias, para convertir las vistas en actos de campaña. Su candidatura aventaja en 40 puntos a la de su más inmediato rival, el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
Este martes, Trump sufrió otro pequeño revés: su nombre ha desaparecido de la lista Forbes de los 400 estadounidenses más ricos por segunda vez en tres años. Con una fortuna estimada en 2.600 millones de dólares, se queda a 300 millones de los criterios establecidos para ingresar en la clasificación The Forbes 400, lo que supone un duro golpe para el magnate, ya que, que según la publicación, ha estado “obsesionado” con la lista durante décadas.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites