La segunda petrolera española, Cepsa, ha anunciado este lunes un acuerdo para comprar íntegramente la red de estaciones de servicio de Ballenoil, formada hoy por más de 220 establecimientos en España. La operación, que está sujeta a la aprobación de las autoridades de competencia, supone la primera incursión de una gran petrolera en el negocio de bajo coste, un segmento en claro auge y que en los últimos años le ha ido comiendo cuota de mercado de forma acelerada a las grandes marcas (Repsol, BP, Galp o la propia Cepsa). La empresa que dirige Maarten Wetselaar amplía, así, su red de gasolineras en algo más de un 11% a cambio de algo más de un millón de euros por estación de servicio, según fuentes del mercado.
Cepsa mantendrá la marca Ballenoil, al menos en una primera fase. También su modelo de negocio y su actual estructura, “para consolidar su posición en el segmento low cost y ofrecer al mercado una gama de combustibles con precios económicos que faciliten la movilidad en un contexto de alta volatilidad en el precio de la energía, mayor inflación y fuerte crecimiento en la demanda del modelo de bajo coste”, según se lee en el comunicado en el que han hecho pública la operación.
Hasta ahora, las grandes petroleras habían optado por diferenciar claramente su oferta de la de las enseñas de bajo coste, a las que sirven de carburante. También competir con ellas en precio: en los últimos meses, en plena crisis energética, han sido capaces de plantar cara de tú a tú si se tienen en cuenta los descuentos y promociones de acumulación asociadas a las tarjetas de fidelidad (Waylet, Gow, Mi BP o MundoGalp). Fuera de España, otras grandes petroleras europeas, como la angloneerlandesa Shell, sí llevan tiempo desarrollando una red propia de establecimientos de bajo coste bajo la enseña Shell Express.
“Es un movimiento para responder la nueva tendencia del mercado. Las low cost ya son más del 50% del mercado (incluyendo hipermercados)”, explican fuentes de la compañía. “Lo que vamos a hacer es hacerla crecer y desarrollarla, para hacerla la más sostenible del sector, con más puntos de recarga eléctrica e introducción de biocombustibles”. Ballenoil, propiedad de la francesa Progeral, tiene presencia en buena parte de la España peninsular pero su huella es especialmente significativa en la mitad sur. Ahora, el objetivo de Cepsa pasa por que —una vez quede plenamente integrada en su grupo— Ballenoil amplíe su actual plan de crecimiento para alcanzar el medio millar de gasolineras en cuatro años.
“Nuestro objetivo es consolidarla como marca destacada del modelo low cost y posicionarla como referente en materia de sostenibilidad en este segmento”, apunta Pierre-Yves Sachet, director de Mobility & New Commerce de la petrolera propiedad del fondo soberano de Abu Dabi (Mubadala) y del fondo de inversión estadounidense Carlyle. “Seguiremos, en paralelo, transformando nuestra red de estaciones premium, donde los clientes encontrarán distintas soluciones de energía cada vez más descarbonizadas y servicios complementarios de restauración y ultraconveniencia. [Así] podremos atender a distintos perfiles de clientes”, zanja el ejecutivo francés.
Ballenoil nació en España como La Ballena Azul, una red de centros de lavado. Con el tiempo, y tras una fase de fuerte pérdida de negocio durante la crisis financiera de hace una década, acabó transformándose en lo que es hoy: una potente cadena de gasolineras automatizadas —es decir, sin personal o con muy poco personal— que no ha dejado de crecer y que acoge, también, un buen número de puntos para lavar el coche. Convertida ya en la primera operadora independiente en España, tras Petroprix, da ahora un paso más con su integración plena en Cepsa.
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